Motivos de consulta
Existen distintos tipos de situaciones que nos pueden pasar en nuestra vida que nos producen dolor o malestar, desde crisis vitales a depresión o ansiedad.
La Organización mundial de la Salud ha dado a conocer que los casos de depresión han aumentado significativamente en la última década, y que junto con la ansiedad son problemas habituales de salud mental y afectan la capacidad de realizar tareas cotidianas y también las relaciones.
La atención psicológica está orientada a ayudar al paciente a recuperar el bienestar personal y mejorar la calidad de vida.
Crisis vitales

Los cambios en el humor son comunes a lo largo de la vida, a partir de atravesar experiencias de cambios o pérdidas afectivas en las diferentes etapas vitales (duelos, mudanzas, pérdida de trabajo) Cuando se extienden en el tiempo y afectan la capacidad de la persona de continuar con su vida, su desempeño laboral y sus relaciones interpersonales, es necesario recibir ayuda.
Ansiedad

La ansiedad es un estado emocional normal, es común a todas las personas, y se manifiesta frente a situaciones percibidas como novedosas, amenazantes o inciertas. Nos permite prepararnos y disponernos para la acción. Pero en algunos casos estas reacciones resultan desproporcionadas para el contexto y el momento, transformándose en fuente de malestar y perjudicando la vida de quien las padece en sus distintas esferas (laboral, familiar, académica, social, etc.). La ansiedad patológica se presenta tanto a nivel físico (temblores, taquicardia, sudoración, mareos, contracturas, dolores, molestias gastrointestinales, etc.) como cognitivo (pensamientos anticipatorios, negativos, catastróficos) y conductual (evitación de lugares y actividades, medidas de reaseguro excesivas para obtener tranquilidad, etc.)
Depresión

Ocasionalmente todos nos sentimos tristes, pero la tristeza por lo general, es pasajera y desaparece en unos días. Sin embargo, cuando una persona tiene un episodio depresivo no desaparece tan rápido sino que, durante dos semanas puede:
-estar triste, y tener un estado de ánimo decaído en forma persistente;
-perder el interés o el placer por actividades que antes le gustaban;
-además de otros síntomas como cambios en el sueño, el apetito o el peso, pérdida de energía, culpa, falta de concentración o de capacidad para tomar decisiones o pensamientos de muerte o ideación suicida.
Todo esto interfiere con su vida diaria y su desempeño normal causando dolor o malestar a quien lo padece.